EL LIQUILIQUI Y EL JOROPO
Si alguna palabra está asociada
con la esencia de la cultura venezolana, ésa es joropo. En el pasado, referido a una fiesta o baile popular y hoy
más bien a una forma musical tradicional que el venezolano ha hecho suya como
símbolo emblemático de identidad.
Aun cuando la primera noticia del
joropo se encuentra en una ordenanza de 1749, el campesino venezolano empleó de
preferencia el término fandango para
referirse a sus fiestas familiares, y es hacia principios de este siglo cuando
comienza a ser desplazado por la palabra joropo.
Fandango nos remite a un posible
y lejano origen africano del término y a un cercano parentesco con el fandango
español, género del cante jondo o grande, que se caracteriza por ser uno de los cantos con bailes más populares dentro de la
tradición flamenca.
El joropo parece haber tomado del
fandango el sentido de fiesta, jácara o baile, abandona el galanteo amoroso
propio del flamenco, y adopta el asido de manos y los giros del vals, que es
como se conserva hasta hoy.
Dentro de los aspectos
constitutivos del joropo puede ser rastreada la huella de las matrices
culturales que caracterizan el mestizaje venezolano. Así en la rítmica de la
melodía, las fórmulas de acompañamiento armónico del arpa y el cuatro, y en las
maneras de versificación literaria está la presencia europea. Por otra parte,
son aportes del negro la melódica independiente –término empleado por Luis
Felipe Ramón y Rivera para designar la autonomía del cantante frente al
acompañamiento- y la polirritmia, la superposición de fórmulas rítmicas
diversas que produce esa sensación de éxtasis frenético. Y, finalmente, ciertas
inflexiones en el canto y la presencia de las maracas dan señales inequívocas
de la huella indígena.
El joropo no sólo designa un tipo
de música sino también la danza que la acompaña y es sinónimo de toda una
fiesta de participación popular. Se trata de un baile alegre que cumple la
función de reunir y divertir, al que cada región le imprime su propia esencia,
desarrollando nuevos pasos y figuras que distinguen a cada una de las
variantes. Sin embargo, existen figuras básicas que siempre se conservan y se
combinan para crear una rica y armoniosa danza que ha hecho del joropo el baile
nacional. Las principales son:
El valsiao, con que se da inicio al baile, es la figura hija del vals
europeo. En él, las parejas suavemente abrazadas recorren el espacio de baile
marcado el paso de tres tiempos propios del vals. A veces dan rápidas vueltas
en giros de espiral y suelen rematar separándose tomadas de una mano para que
la mujer realice una vuelta por debajo del brazo del hombre; el escobillao, es otro de los pasos
básicos del joropo. En esta figura los bailadores colocados de frente –generalmente
-sueltos y a veces tomados de las manos- mueven los pies a manera de cortos
avances y retrocesos como si estuviesen cepillando sobre el suelo; el zapatiao, se le conoce por su carácter
varonil y es realizado por la pareja sin soltar el abrazo como en la zona
centronorte, o sueltas completamente, como es propio de los llanos. En esta
figura sólo el hombre hace sonar sus pisadas en el suelo, mientras la mujer se
limita a escobillar. A excepción de la guayanesa, la mujer no acostumbra a
zapatear en el baile.
El joropo se
extiende por todo el territorio nacional, y según la región donde se cultiva
recibe el nombre de: joropo llanero, central, y oriental; diferenciándose, las
formas musicales, la estructura literaria de las estrofas y el tipo de baile.
También en la región de Guayana, la centro-occidental y la de los Andes se da,
en cada una, un tipo de joropo con características específicas.
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FUENTE: ATLAS DE TRADICIONES VENEZOLANAS. Editado por Fundación
Bigott y El Nacional. Pág. 123. De: Ramón y Rivera, Luis Felipe, El joropo,
baile nacional de Venezuela, Ministerio de Educación, Caracas, 1953.